Si eres un empresario muy ocupado, tenemos que hablar del agotamiento.
Sí, ya sé que todos tenemos en mente esa especie de escena de «colapso» que suele representarlo. Ya sabes, la de una persona que, tras meses de ser completamente incapaz de hacer frente a las tareas diarias, llena de preocupaciones y responsabilidades, sintiéndose cansada y sin interés, con una necesidad desesperada de dormir sin poder conseguirlo, finalmente se derrumba.
Pero ésta es la «escena final» de la película.
El agotamiento no es algo que suceda de repente, sin previo aviso.
Es un proceso lento y acumulativo que, déjame decirte, es más común de lo que crees.
Entonces, ¿qué pasaría si te dijera que hay una forma de evitar el agotamiento? ¿Y si te dijera que tu cuerpo te habla y que, si aprendes a entender su lenguaje, podrías evitarlo?
¿Tu cerebro no sólo es capaz de reconocer los primeros síntomas, sino que también envía determinadas señales a través del cuerpo?
Por lo tanto, si queremos hablar de prevención, fundamentalmente tenemos que reconocer primero las señales, y entonces podremos hacer algo al respecto.
Por supuesto, lo ideal sería no tener que llegar a ese extremo si fuéramos capaces de tomar ciertas precauciones y ajustar un poco nuestra forma de hacer las cosas. Pero dejaré este tema para el futuro.
Hoy, concentrémonos en las señales. Hay muchas, pero las cuatro principales son las siguientes:
Las preguntas adecuadas que puedes hacerte para comprobar si estás en riesgo son:
¿Me siento agotado?
¿Me siento completamente sin energía, como agotado?
¿Me siento cansado todo el tiempo?
Nota: Recuerda que el agotamiento también puede ser emocional.
Todos experimentamos alguna falta de motivación de vez en cuando. Aunque nos encante lo que hacemos, es bastante normal sentir menos entusiasmo por las cosas, durante un breve periodo de tiempo.
Además, no tenemos por qué amar todas y cada una de las tareas de nuestro trabajo, por lo que podríamos procrastinar, por ejemplo.
Pero, ¿y si perdemos el entusiasmo por completo?
¿Y si ya no tenemos ningún interés y no podemos volver a enamorarnos de lo que hacemos?
¿Y si, además, cada tarea nos parece una montaña que escalar, hasta el punto de tener dificultades para arrastrarnos al trabajo o incluso para levantarnos de la cama?
Presta atención. Podría ser el síntoma N2.
La pregunta correcta que debes hacerte aquí está relacionada con tu visión del mundo y del futuro.
Después de tantos sueños y decepciones, altibajos, es posible que hayas empezado a perder el optimismo. Es más; estás casi convencido de que, al final, todo es inútil, y te sientes desesperanzado.
También es posible que hayas empezado a preguntarte por el verdadero significado de tu propósito y misión y por qué merece la pena seguir intentándolo.
El mundo entero parece negativo en este momento, y puede que secretamente sientas que ya no te importa.
Pero no compartes este pensamiento con nadie.
Cuidado: la frustración y el cinismo también pueden ser signos de burnout.
¿Ha tenido problemas de memoria últimamente? ¿Y qué pasa con la capacidad de mantener la concentración?
Ten en cuenta que el burnout interfiere en tus capacidades. Si te sientes nublado y en cierto modo perdido, esforzándote por concentrarte y prestar atención, o si has experimentado episodios repetidos de pérdida de memoria, es hora de parar y hacer una consulta.
En un síndrome de burnout suele haber más señales y síntomas, pero sólo un médico y un psicólogo pueden hacer el diagnóstico definitivo. El burnout puede confundirse fácilmente con el estrés crónico, por ejemplo.
Lo que puedes hacer es prestar atención a tu cuerpo y comprobar si has tenido 2 o más de las señales que comentamos aquí.
No esperes a derrumbarte. Sé proactivo.
Si quieres aprender más sobre este tema, no dudes en enviarme un correo electrónico o, incluso mejor,
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Estaré encantada de ayudarte.